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021125 st valentinImagen de San Valentín de autor desconocido. A nivel estilístico, ha sido relacionada con el círculo de Bartolomé Bermejo y con Tomás Giner, dos atribuciones poco convincentes. Todo parece indicar que se trata de un artista que trabajó en Aragón a finales del siglo XV, en la línea del activo taller de Martín Bernat. (Imagen cortesía museo del prado, españa)Cada 14 de febrero la Iglesia Católica recuerda a San Valentín, obispo y mártir.
El patrono de los enamorados nació en el año 175 (otras fuentes consignan el año 197) en la ciudad de Terni, a sesenta millas de Roma, Italia, donde actualmente yacen sus restos debajo de uno de los altares laterales de la Basílica que lleva su nombre.
En el siglo III, en tiempos en los que se perseguía a los cristianos, San Valentín se consagró al servicio de la comunidad eclesial de su ciudad natal. Como obispo de Terni, antes Interamna, arriesgó su vida muchas veces para administrar los sacramentos. Se dice que tenía predilección por unir a las parejas en santo matrimonio, pues eso multiplicaba el deseo en otros de constituir un hogar cristiano.
A San Valentín le encantaban las flores y solía regalarlas a las parejas que se comprometían para casarse, como expresión de su deseo de que tengan una vida feliz juntos.
Cuenta la tradición que el emperador romano Claudio II, con el propósito de evitar que las familias cristianas se multiplicaran, prohibió la celebración de todo matrimonio cristiano. Además, tenía la convicción de que los soldados casados no solían ser lo suficientemente aguerridos, puesto que se hallaban emocionalmente sometidos a una familia.
Entonces, llegó a oídos del emperador que el obispo Valentín había casado a un legionario converso con una joven cristiana, acto que consideró una afrenta directa contra su autoridad. Pronto dio la orden de ubicar y apresar al obispo. Así que el santo fue encarcelado y luego llevado a la vía Flaminia, cerca de la Puerta del Pueblo en Roma, donde sería azotado.
Para evitar tumultos o protestas de quienes apreciaban al obispo, Claudio decidió ejecutarlo y enterrar sus restos en secreto. La tradición señala que el obispo San Valentín murió decapitado el 14 de febrero del año 273. Una versión muy popular señala que, pasado un tiempo prudente, tres discípulos suyos lograron ubicar y desenterrar su cuerpo, y lo llevaron de regreso a su ciudad para darle una sepultura digna.
UNA FIESTA CON SENTIDO
La fiesta de San Valentín recuerda el sentido del auténtico amor entre quienes están llamados a la vida matrimonial y a formar una familia. La figura del obispo mártir nos recuerda, además, que el amor no es solo un sentimiento. Esencialmente tiene que ver con la voluntad de un hombre y de una mujer expresada en la entrega y el sacrificio sin calcular beneficios o conveniencias; todo lo contrario, el amor esponsal es el amor que procura el bien y la plenitud de la pareja.
Como recordaba el Papa Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas Est (Dios es Amor), el amor “es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca”.
Desde el 14 de febrero de 2014, el Papa Francisco como una forma de devolver su sentido espiritual a la festividad, suele celebrar el día de San Valentín recibiendo a parejas de recién casados, o a grupos de novios que se preparan para recibir el sacramento del matrimonio. Incluso se ha dirigido a los fieles en más de una oportunidad para hablar del amor esponsal dentro de la Iglesia y cómo vivir ese amor según Cristo.
— Condensado de ACI PrensaSan Valentín
El santo patrón de los enamorados
Cada 14 de febrero la Iglesia Católica recuerda a San Valentín, obispo y mártir.
El patrono de los enamorados nació en el año 175 (otras fuentes consignan el año 197) en la ciudad de Terni, a sesenta millas de Roma, Italia, donde actualmente yacen sus restos debajo de uno de los altares laterales de la Basílica que lleva su nombre.
En el siglo III, en tiempos en los que se perseguía a los cristianos, San Valentín se consagró al servicio de la comunidad eclesial de su ciudad natal. Como obispo de Terni, antes Interamna, arriesgó su vida muchas veces para administrar los sacramentos. Se dice que tenía predilección por unir a las parejas en santo matrimonio, pues eso multiplicaba el deseo en otros de constituir un hogar cristiano.
A San Valentín le encantaban las flores y solía regalarlas a las parejas que se comprometían para casarse, como expresión de su deseo de que tengan una vida feliz juntos.
Cuenta la tradición que el emperador romano Claudio II, con el propósito de evitar que las familias cristianas se multiplicaran, prohibió la celebración de todo matrimonio cristiano. Además, tenía la convicción de que los soldados casados no solían ser lo suficientemente aguerridos, puesto que se hallaban emocionalmente sometidos a una familia.
Entonces, llegó a oídos del emperador que el obispo Valentín había casado a un legionario converso con una joven cristiana, acto que consideró una afrenta directa contra su autoridad. Pronto dio la orden de ubicar y apresar al obispo. Así que el santo fue encarcelado y luego llevado a la vía Flaminia, cerca de la Puerta del Pueblo en Roma, donde sería azotado.
Para evitar tumultos o protestas de quienes apreciaban al obispo, Claudio decidió ejecutarlo y enterrar sus restos en secreto. La tradición señala que el obispo San Valentín murió decapitado el 14 de febrero del año 273. Una versión muy popular señala que, pasado un tiempo prudente, tres discípulos suyos lograron ubicar y desenterrar su cuerpo, y lo llevaron de regreso a su ciudad para darle una sepultura digna.
UNA FIESTA CON SENTIDO
La fiesta de San Valentín recuerda el sentido del auténtico amor entre quienes están llamados a la vida matrimonial y a formar una familia. La figura del obispo mártir nos recuerda, además, que el amor no es solo un sentimiento. Esencialmente tiene que ver con la voluntad de un hombre y de una mujer expresada en la entrega y el sacrificio sin calcular beneficios o conveniencias; todo lo contrario, el amor esponsal es el amor que procura el bien y la plenitud de la pareja.
Como recordaba el Papa Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas Est (Dios es Amor), el amor “es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca”.
Desde el 14 de febrero de 2014, el Papa Francisco como una forma de devolver su sentido espiritual a la festividad, suele celebrar el día de San Valentín recibiendo a parejas de recién casados, o a grupos de novios que se preparan para recibir el sacramento del matrimonio. Incluso se ha dirigido a los fieles en más de una oportunidad para hablar del amor esponsal dentro de la Iglesia y cómo vivir ese amor según Cristo.
— Condensado de ACI Prensa

Oración de los enamorados
En mi corazón, Señor, se ha encendido el amor por una criatura que tú conoces y amas.
Tú mismo me la has hecho encontrar y me la has presentado.
Te doy gracias por este don que me llena de alegría profunda, me hace semejante a Ti, que eres amor, y me hace comprender el valor de la vida que me has dado.
Haz que no malgaste esta riqueza que tú has puesto en mi corazón: enséñame que el amor es don y que no puede mezclarse con ningún egoísmo; que el amor es puro y que no puede quedar en ninguna bajeza; que el amor es fecundo y desde hoy debe producir un nuevo modo de vivir en los dos.
Te pido, Señor, por quien me espera y piensa en mí; por quien camina a mi lado; haznos dignos el uno del otro; que seamos ayuda y modelo.
Ayúdanos en nuestra preparación al matrimonio, a su grandeza, a su responsabilidad, a fin de que desde ahora nuestras almas dominen nuestros pensamientos y los conduzcan en el amor. Amén.