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Catholic News Herald

Serving Christ and Connecting Catholics in Western North Carolina
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CHARLOTTE — Bajo un cielo invernal, cientos de personas desafiaron el intenso frío y la amenaza de nieve el viernes para dar testimonio público de apoyo a toda vida humana en la XIX Marcha por la Vida anual en Charlotte.

Los asistentes dijeron que el frío no los amilanó para difundir el mensaje provida de esperanza.

"Es más importante que nunca tener un testimonio en la comunidad local de respeto por la vida en todas las etapas", dijo Tanja Akerblom, miembro de la parroquia Santa Ana en Charlotte, quien llegó abrigada para el clima como muchos otros, con un abrigo grueso y zapatos cómodos para caminar.

El evento anual en Uptown Charlotte coincide con el aniversario de las decisiones de la Corte Suprema de 1973: Roe vs. Wade y Doe vs. Bolton, que legalizó el aborto en todo el país. En 2022, la Corte Suprema revocó su decisión en el caso Dobbs vs. Jackson, y dejó las restricciones al aborto en manos de cada estado. 

El día comenzó a las diez de la mañana con una Misa por los no nacidos en la Catedral San Patricio celebrada por el Padre Peter Ascik, director de la Oficina de Vida Familiar de la diócesis. Unas 80 personas rezaron, cantaron himnos y escucharon la homilía enfocada en promover un mensaje de esperanza en medio de la desesperación que prevalece en la cultura actual.

El Padre Ascik dijo que la importancia de la vida es instintiva en la humanidad, como lo demuestran los esfuerzos masivos de búsqueda que se realizan cuando se pierde un excursionista o cuando las personas desaparecen después de un desastre natural como la tormenta tropical Helene en el oeste de Carolina del Norte. Sin embargo, ese instinto a veces puede flaquear, dijo.

"A veces, las personas flaquean, reconocen la bondad de la vida, pero ven el sufrimiento, las cargas y limitaciones con las que las personas lidian y comienzan a dudar de que la vida sea siempre un bien", dijo.

Recordó un momento en el que estaba haciendo consejería en la acera afuera de un centro de abortos en el área de Charlotte y se encontró con un hombre allí con su novia que dijo: "He estado aquí antes, y probablemente estaré aquí de nuevo". Ese tipo de desesperanza y resignación es lo que lleva a la gente a negar la belleza de toda la vida, dijo.

"Sus palabras me persiguen hasta el día de hoy", dijo el Padre Ascik.

Difundir el mensaje del evangelio y la verdad de la santidad de toda vida desde la concepción hasta la muerte es la única manera de luchar contra esa desesperación, subrayó. También alentó a los miembros del movimiento a centrarse en ayudar a las personas en situaciones difíciles, como las madres solteras que se enfrentan a embarazos no planificados o las que luchan contra una enfermedad.

"La misión del movimiento pro-vida es mirar directamente las dificultades y restaurar la esperanza dando testimonio del hecho de que hay bondad en cada vida humana", dijo. "La fe pro-vida sin obras pro-vida" no es una fe vibrante, y animó a la congregación a encontrar un verdadero testimonio de vida y esperanza a través de su fe católica.

Luego, los participantes se reunieron afuera del Centro Pastoral de la Diócesis de Charlotte para orar antes de comenzar la marcha de una milla de largo hacia el centro de Charlotte. Muchos, de rodillas, rezaron el Ángelus y la Oración de San Miguel, y luego proclamaron el Juramento a la Bandera.

La marcha comenzó al mediodía con una procesión hasta la Plaza de la Independencia, en la intersección de las calles Trade y Tryon.

El Padre Peter Rusciolelli, vicario parroquial de la iglesia San Leo el Grande en Winston-Salem, fue el orador invitado.

Su madre, Debbie Rusciolelli, acompañó la marcha con su hija Celeste, la menor de sus nueve hijos, en un cochecito. Dijo que ver a su hijo dar el discurso de apertura fue una experiencia especial.

"Obviamente estoy muy emocionada porque siempre veníamos a la marcha cuando él era más joven, y ahora tenerlo como sacerdote hablando en el evento cierra el círculo", dijo.

El discurso del P. Rusciolelli se centró en el propósito de la marcha y se basó en referencias bíblicas a los israelitas que marcharon a la batalla de Jericó.

"¿Por qué marchamos?", preguntó. "¿Qué tipo de victoria estamos buscando?"

"Porque nuestro enemigo en esta contienda no es ningún hombre o institución humana, sino el pecado. … Queremos que los corazones cambien... Nuestra misión es contra el pecado, y nuestra victoria no es solamente la vida en este mundo, sino la vida eterna".

Dijo que la oración es un arma poderosa en la batalla por una cultura de la vida y animó a la multitud a orar por las personas que trabajan en la industria del aborto, los que están considerando el aborto y los que lo han tenido. También pidió que oraran para que Cristo entrara en sus propios corazones.

"Marchemos adelante, no trayendo ira y odio al mundo, sino esperanza para los que están perdidos", dijo.

El segundo orador fue el Dr. Stephen Blaha, quien dirige la clínica de obstetricia y ginecología de planificación familiar natural Atrium Health Women's Care, ubicada en Indian Trail en el condado Union, al este de Charlotte. Blaha animó a la multitud a promover el mensaje de la vida acercándose a las mujeres que se enfrentan a embarazos no planificados y ayudándolas mientras les muestran la belleza de la vida.

La marcha atrajo a una multitud diversa, con gran participación hispana, desde adolescentes y personas mayores hasta familias que llevaban a niños pequeños en cochecitos. Muchas portaban carteles pro-vida y algunos sostenían rosarios y rezaban mientras caminaban.

Neil Schunke, miembro de la Misión de Nuestra Señora de los Ángeles en Marion, dijo que ha asistido a muchas de las marchas anuales en Charlotte y también a la Marcha Nacional por la Vida en Washington, D.C.

"Nuestra sociedad tiene una falta de respeto por la profunda dignidad de toda vida, y espero cambiar corazones y mentes al estar aquí", dijo. Jennifer Arroso, quien asiste a San Leo Magno en Winston-Salem, hizo el viaje a Charlotte con sus hijos Luis, de 12 años, e Isaac, de 9, y dijo que el clima frío no fue un impedimento.

"Esta es la primera vez aquí para todos nosotros porque simplemente queríamos experimentar esto y ser parte del movimiento", dijo Arroso. "La oración y la conciencia son importantes".

Mary Richardson, feligresa de Santa Ana en Charlotte, asistió tanto a la misa como a la marcha con sus cinco hijos: dos hijas y tres hijos de entre 1 y 10 años.

"He estado involucrada en el movimiento pro-vida durante muchos años y esto es lo correcto", dijo Richardson. "Tener a mi familia me ha hecho más comprometida. Ellos son mi testimonio de vida".

— Christina Lee Knauss. Fotos de Troy Hull, Christina Lee Knauss y proporcionadas.

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